Abro un descolorido cuaderno.
Paso las hojas lentamente.
Releo viejas palabras.
Siento, escucho, pienso,
imagino, planeo.
Recuerdo hechos, personas, aromas.
Saco un ladrillo a la vez
hasta descubrir qué hay detrás de esa pared
que se dibuja en mi mente.
La lapicera gira entre mis dedos.
Otra hoja espera en blanco.
Vuelvo a empezar cada vez.
Vuelvo a dejar algo de mí
en cada nuevo trozo de papel.
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