Noche en soledad

Te oí llorar mientras te hablaba,
y cuando no quedaba más que silencio,
murmuraste: “Que sea el destino quien decida”.
Caminé y caminé entre las sombras que la noche regalaba,
mientras a lo lejos se escuchaba una canción.
Se consumió entre mis dedos el último cigarrillo.
Me encontré parada frente al lugar donde todo comenzó.
Lloré hasta agotar las lágrimas.
Me vi con vos y sin vos.
Nos vi amándonos y odiándonos.
Me culpé mil veces por amarte,
y mil más por cobarde.
Cerrando los ojos te oí susurrarme al oído: “Te amo”,
entonces me convencí de que tu recuerdo
vivirá siempre en mí,
como un río que no para de correr.
Me escuché diciéndote: “Seré tu eterna enamorada”,
abrí los ojos y seguí caminando despacio,
mientras las nubes aún jugaban a tapar la luna.

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