Una galera a lunares, una enorme y enrulada cabellera roja.
Guantes blancos, atuendo de colores brillantes.
Sentado en un banco de una plaza, el torso desplomado sobre sus rodillas, y sus mans a los costados de su cabeza, llora.
Timidamente una niña lo observa mientras se hamaca.
Decidida a enfrentar tan dificil momento, se acerca lentamente a él e irrumpe el silencio diciendo suave y casi tiernamente:
-Ya no llores payasito lindo, prometo no reirme mas de vos.
El payaso levanto la cabeza y con la mirada llena de desconcierto vió como la niña, alegremente, se dirigía hacia la hamaca que ocupaba minutos atrás.
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