Él la despierta todas las mañanas.
Ella sólo se muestra viva en su presencia.
Él le regala luz y calor,
ella le ofrece su más brillante y hermoso color.
El tiempo tirano les cuenta las horas,
ellos lo sienten pero lo ignoran.
Sin pretenderlo ya deben separarse
hasta que vuelva a asomar la aurora.
Él se despide muy lentamente,
ella lo llora.
Hoy siento igual que esa flor,
que sólo al sol muestra su hermosura.
Y en las noches se cierra,
aguardando la mañana.
Porque en cada despedida muero,
y en cada reencuentro vuelvo a nacer.
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